RESEÑA- EL NIÑO EN LA CIMA DE LA MONTAÑA, de John Boyne.

¡Hola Wonderlianos!

¿Que tal estáis pasando el verano? Aguantando y sobreviviendo al calor. Lo se. Espero que esteis disfrutando de estos días y aprovechéis para poneros al día con las lecturas pendientes.
Yo cojo las vacaciones en una semana y media, estoy que no quepo en mi, pero ahora centrémonos en la reseña de hoy, ¡sí, reseña!

No he tenido acceso a Internet, así qué tengo varias lecturas acabadas esperando a ser reseñadas, pero quiero que sea esta la primera de ellas.

#ElNiñoEnLaCimaDeLaMontaña de John Boyne.

#Sinopsis

De padre alemán y madre francesa, Pierrot ha tenido una infancia no muy distinta de la de cualquier niño de su época. Sin embargo, nos hallamos en París, corre el año 1935 y la guerra que se avecina trastocará el destino de millones de personas. Tras la muerte prematura de sus padres, Pierrot deberá separarse de su íntimo amigo Anshel y abandonar Francia para vivir con su tía Beatrix, que trabaja de ama de llaves en una mansión imponente erigida en lo alto de una montaña. Pero no es una casa cualquiera; se trata nada menos que del Berghof, la enorme residencia que Adolf Hitler posee en los Alpes de Baviera.

Así, a sus siete años, alojado de manera involuntaria en el entorno íntimo del todopoderoso Führer, Pierrot se verá inmerso en un mundo tan extrañamente seductor como peligroso. En él no hay lugar para la inocencia, y cuando al final de la guerra es capturado por los aliados, Pieter —como ahora se llama— llevará un peso insoportable en su conciencia. A su regreso a París, abrumado por la culpa, un aspecto clave de la historia surgirá como una tabla de salvación, y el inesperado desenlace será una muestra más de la insondable dimensión del perdón y la amistad.

Es imposible leer el título de este libro sin que se te venga a la mente el famoso libro El niño con el pijama de rayas, del mismo autor, incluso tal vez hayáis pensado que podría tratarse de una continuación -como me pasó a mi- pero no, no se trata de una continuación, si no de otra historia aparte, situada en la 2ª Guerra Mundial, y desde la perspectiva de un niño.

La formula ya funcionó una vez, con gran acierto, ¿vuelve ha hacerlo?

John Boyne nos presenta a Pierrot, un niño como otro cualquiera, que vive con sus padres en París, al margen de lo que el mundo está a punto de ver. Tiene un mejor amigo, Anshel, con el que se comunica mediante lenguaje de signos, ya que este es mudo...y judío.

Varios acontecimientos lo llevan a verse solo, a vivir en un orfanato, hasta que su tía Beatrix se pone en contacto con él.

John Boyne vuelve a presentarnos unos personajes increíblemente realistas y detallados, a pesar de no contar con una pluma demasiado descriptiva, ni pesada. Así como ponernos en situación de lo que está pasando, visto desde los ojos de Pierrot.

A diferencia de su otra ya mencionada novela, en que la guerra estaba en su apogeo, aquí apenas ha comenzado, somos testigos de pinceladas que llegan a despegar la guerra. El escritor nos muestra el aumento de los prejuicios y de los odios a los judíos, y en su poca muestra de la prensa en disimularlo, aumentando así el odio. Es algo que dota de una increíble profundidad a la novela, aunque sea cortita, y lo vamos viendo a través de las cartas que Anshel le envía a nuestro protagonista, contándole las situaciones por las que está pasando, como incluso sus amigos cambian su comportamiento hacía él. 

Personajes y ambientación de sobresaliente, así como la evolución de Pierrot.

Vivir en La casa de la cima de la colina se vuelve más agradable, mucho más cuando la relación con el señor de la casa, Hitler, comienza a hacerse más estrecha,y a pasar más tiempo con él en sus breves visitas.

Somos testigos de una evolución completamente diferente en un protagonista de este tipo. Atrás queda el pobre chico que pierde a sus padres, y cuya guerra está causándole dolor. No, aún no.

Los ideales que Hitler siembra en su mente de niño comienzan a germinar, a dar frutos, incluso con los intentos de su tía para que no sea así. Pierrot, ahora llamado Pieter, perderá toda la ternura con la que nos cautiva, y es aquí por lo que digo que no estamos acostumbrados a este tipo de desarrollo en los protagonistas, por lo que se nota la valentía del escritor, y en mi opinión, su acierto.

Ruin y ambicioso, altivo, impulsado por sus deseos de aceptación y reconocimiento de una figura paterna, Pieter es víctima de lo que la guerra puede hacer, todo ello contado con una maestría increíble, 

con una sensibilidad y crudeza a partes iguales.

No hondea demasiado en los demás personajes, haciéndoles secundarios, aunque con acciones y tramas que dotan al libro de agilidad, emoción y sentimientos. Este libro me ha hecho sentir mucho. Me ha enfadado, emocionado, me ha hecho sonreír.

Es un libro muy breve, se lee de una sentada, pero mayormente es por la pluma del escritor y la trama que envuelve la novela. 

Si tengo que destacar algo es el final...de verdad, no puedo con él. Lloré mucho, de tristeza, de alegría, no se lo que sentí, es simplemente increíble lo que este hombre escribe, estuve conmocionado varios días, y puedo decir que es una de mis mejores lecturas de lo que va de año, y sin duda voy a buscar más libros de él. 

Sí, la formula vuelve a funcionar, aunque estamos en una ecuación diferente. 

¿Qué os ha parecido la reseña? ¿Tenéis ganas de leer esta novela o por su parte, ya la habéis leído?

¡Estoy encantado de leer vuestros comentarios!

¡Un abrazo!

Pedro Galván Ardila.